martes, 12 de abril de 2016

Julieta

En un momento de Julieta, la protagonista homónima interpretada por Adriana Ugarte imparte clase de filosofía clásica contando a sus alumnos el episodio en el que Ulises prefiere a su amada antes que la inmortalidad o la juventud eterna. Julieta, a la que hemos visto mirar fascinada a un ciervo que no le teme a nada cuando quiere aparearse, o que disfrutará de la compañía de Ava (Inma Cuesta) mientras esta última elabora esculturas con connotaciones fálicas, tiene una visión romántica del rol del macho, que no le deja ver que su enamorado, Xoan (Daniel Grao), también un marino como Ulises, no lleva a la práctica aquella cualidad del mito griego: Xoan abandona a su mujer, en estado vegetal, para encontrarse con mujeres como Julieta y Ava, esto es, elige perpetuar su juventud con otras parejas en vez de mantener el compromiso con su amada. Del mismo modo, el padre de Julieta contratará a una joven (y guapa) extranjera para cuidar a su esposa en sus últimos días y, de paso, encontrar la satisfacción sentimental y sexual que ya no puede buscar en su pareja de toda la vida. Ambos hombres recurren al abandono físico y afectivo como vehículo para huir de la implacable vejez, siendo éste el discurso más interesante de los que Almodóvar, que no suele trabajar con materiales adaptados, desarrolla a partir de un conjunto de relatos de Alice Munro. De hecho, la película pierde interés en el segmento final, una vez que Almodóvar se dedica a repetir obsesiones ya desarrolladas en alguno de sus dramas, como la pérdida del ser querido o el sentimiento de culpa.

La historia queda más o menos dividida tras la secuencia en la que dos chicas adolescentes sacan a una deprimida y enajenada Julieta de la bañera y, tras secarle el pelo, nos descubren un rostro que ya no es el de la joven Adriana Ugarte sino el de una madura Emma Suárez, diciéndonos con ello que esta actriz no solo representa otra edad en la vida del mismo personaje, sino que encarna una personalidad cambiada para siempre después de un trágico suceso. A partir de aquí, como decimos, la historia de Julieta empieza a resultar repetitiva, abusando de las escenas de reencuentro con Ava, Lorenzo (Darío Grandinetti) o Beatriz (Michelle Jenner), por más que Almodóvar siga ofreciendo un uso muy inteligente del color en escenarios y vestuario, habitual en los mejores trabajos del realizador manchego (pero sorprendente en un director de fotografía como Jean-Claude Larrieu, conocido por texturas mucho más apagadas). No obstante, hay un fugaz detalle en este tramo final que resulta muy plausible: cuando Julieta y Lorenzo hacen cola en uno de los cines cercanos a la famosa Plaza de los Cubos de Madrid, la cartelera muestra una colección de excelentes películas como Nader y Simin, una separación, Winter's bone o Melancolía, películas que no compartieron cartel por lo que, a buen seguro, han sido dispuestas cuidadosamente porque en sus temáticas hay mucho de lo que nos cuenta Almodóvar en su película. También gusta pensar que tales títulos han sido escogidos por un cinéfilo como si fueran lo mejor del panorama alternativo en un momento dado, un panorama en el que Almodóvar aspira a verse gracias a trabajos como éste, y no mediante casos como el de su anterior Los amantes pasajeros, uno de los mayores errores cinematográficos de su carrera.

Julieta - Pedro Almodóvar - 2016 [ficha técnica]

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