jueves, 31 de diciembre de 2015

Star Wars: El despertar de la fuerza

Hace algo más de tres años, la noticia de que Disney iba no sólo a apropiarse de la marca Star Wars sino que tenía intención de producir para el cine una nueva trilogía, tuvo una sorprendente reacción en contra por parte de los fans de la saga. Éstos temían por lo que "la edulcorada Disney" pudiera hacerle a la serie de George Lucas, acaso ignorando los daños que el propio Lucas ya había producido sobre la franquicia, con una trilogía-precuela resuelta con prisas, torpemente filmada por el director con ayuda de unos efectos especiales por ordenador excesivos y carentes del encanto del cartón-piedra de su producción original... cartón-piedra que, por cierto, Lucas se había encargado de profanar en cada uno de los innecesarios tuneos acometidos sobre Una nueva esperanza, El imperio contraataca, y El retorno del Jedi. Una vez visto el resultado, digamos que "la edulcorada Disney" ha producido la que probablemente sea la entrega con mayor número de vidas inocentes masacradas, sumando a la escena inicial en el que las tropas de la Primera Orden asesinan a todos los habitantes de una aldea, el momento en el que esa nueva estrella de la muerte llamada Starkiller destruye todo un sistema planetario y a sus habitantes. Digamos también que "la edulcorada Disney" ofrece por fin una entrega acorde con el espíritu de las películas originales y que no desmerece en calidad a tres películas que, al margen de suponer un hito de la industria del entretenimiento y un referente en la disciplina del merchandising cinematográfico, tampoco son obras maestras del séptimo arte. Y es que incluso ese humor blanco en los diálogos de personajes como Poe Dameron (Oscar Isaac) a la manera de recientes (y temibles) blockbusters Disney de imagen real como Piratas del Caribe insufla algo de la personalidad y el descaro "a lo Han Solo" que les faltaba a los personajes de La amenaza fantasma y sus sucesivas entregas.

No obstante, hay en El despertar de la fuerza una excesiva preocupación por no perder el favor de los fans de Star Wars reflejada en un guión repleto de lugares comunes, hasta el punto que el guión escrito por el habitual Lawrence Kasdan junto a Michael Arndt y J.J. Abrams, también director de la cinta, parece más un remake de los primeros episodios que una continuación de aquellos, como si sus creadores no se conformaran con rescatar a los personajes (y a los actores) de la saga original sino que, además, necesitaran recrear los mismos escenarios y transitar por los mismos giros narrativos. Ello hace que el resultado peque de previsible, que Abrams apenas pueda sorprendernos con su narración, aunque sí que tiene tiempo para deleitarse descubriendo la imaginería del universo de George Lucas, como cualquier fanático del mismo, sobre todo en el primer tramo del relato, donde la joven Rey (Daisy Ridley) comercia con la chatarra que extrae de un enorme star destroyer abandonado en el desierto, descansa sobre los restos de un vehículo AT-AT o huye junto al desertor de los storm troopers Finn (John Boyega) en el mítico Millennium Falcon (vehículo que Abrams nos presenta inteligentemente fuera de plano, cuando Rey se refiere a éste como "chatarra" sin que los espectadores sepamos a qué se refiere). Es en secuencias de acción como ésta, el escape de Poe y Finn en un tie fighter o el contraataque de un escuadrón de x-wings a un escenario sitiado por la Primera Orden donde Abrams supera como director a los trabajos de George Lucas e iguala a los de Irvin Kershner y Richard Marquand, a pesar de los baches narrativos que sufre el conjunto, como esa alargada presentación/lucimiento de Han Solo (Harrison Ford) donde el personaje tiene que enfrentarse (otra vez) a los problemas que le causan sus labores como contrabandista, o esa visita a la cantina regentada por Maz Kanata (Lupita Nyong'o), que depara la secuencia peor integrada en el frenético devenir del relato, por más que la misma incluya un pasaje imprescindible en la que sin duda es la idea más interesante y mejor llevada por Abrams de cara a mantener el interés por el relato: la búsqueda del legendario Luke Skywalker, que concluye en un hermoso epílogo con la presentación del verdadero (y envejecido) rostro de Mark Hamill, perfecto símbolo de la comunión entre lo viejo y lo nuevo, y excelente presentación para las futuras secuelas.

Star Wars: The Force Awakens - J.J. Abrams - 2015 [ficha técnica]
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martes, 15 de diciembre de 2015

El viaje de Arlo

The good dinosaur es lo más parecido a una película maldita que los estudios Pixar han sufrido hasta la fecha. Con un proceso de producción de seis años, el proyecto fue acumulando retrasos que ocasionaron un sonado descuadre en el calendario de estrenos de Disney en general y de Pixar en particular. Originalmente planificada para estrenarse en 2013 (en la fecha que finalmente ocupó Frozen, uno de los mayores éxitos de Disney en toda su historia) problemas con el guión, con la producción y, en definitiva, con los exigentes estándares de calidad del estudio de John Lasseter, obligaron a tomar serias medidas, reemplazando piezas del equipo creativo tan importantes como su productor (Denise Ream por John Walker) o, sobre todo, su director: tras años de duro trabajo en un film muy personal, Bob Peterson fue sustituido por otro debutante, Peter Sohn, mientras que la compañía vivía momentos dramáticos en medio del despido de más de un centenar de empleados. Con Sohn a las riendas, y bajo la rigurosa supervisión de los directivos del estudio, el proyecto adoptó importantes cambios argumentales que obligaron a retrasar el estreno dos años, siendo 2014 el primero de muchos años en los que la factoría no estrenaba ningún largometraje, y 2015 el primero en toda su historia con una entrega doble. Y esto parece haber terminado de perjudicar el éxito del proyecto, porque mientras la muy taquillera Inside out fue una película esperada, oportunamente presentada (y aplaudida) en Cannes, se diría que la millonaria campaña de marketing de The good dinosaur no ha tenido la contundencia suficiente, y tras semanas en cartel ya se habla de fracaso comercial.

Lo cierto es que hay algo de extraño en el relato que nos cuenta The good dinosaur, demasiado lineal, que a veces peca de un excesivo subrayado mediante la partitura de los hermanos Jeff y Mychael Danna, y carente del nervio narrativo de casi cualquier otra producción Pixar (incluso recuerda a ratos a la olvidada Dinosaur, un fallido acercamiento al tema en 3D por parte de Disney y al margen de Pixar), pero que tampoco merece semejante suerte. Y es que, al igual que me parecieron injustos los palos que la crítica dio a Cars 2 y a Monsters University, no comparto el frío recibimiento del público hacia la que seguramente sea una culminación técnica en la animación por ordenador, ofreciendo los paisajes artificiales más realistas que un servidor jamás ha visto en una pantalla de cine, al tiempo que desarrolla con un adecuado ritmo una idea muy original: en ese pasado contrafactual en el que ningún meteorito impactó contra la tierra hace sesenta y cinco millones de años (algo que la película nos cuenta de manera brillante en pocos segundos y sin ninguna voz en off), los dinosaurios herbívoros se dedicaron a la agricultura, y los carnívoros a la ganadería, mientras que el ser humano aparece como una alimaña que devora las despensas y al que hay que aniquilar o domesticar. De hecho, esa familia de sapiens que terminarán cerrando un final feliz para el pequeño Spot, aparecen a menudo en el horizonte, inquietando al dinosaurio protagonista, acaso significando la amenaza que los humanos algún día serán para su especie y para toda la naturaleza.

The Good Dinosaur - Peter Sohn - 2015 [ficha técnica]
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viernes, 4 de diciembre de 2015

Mad Max: Furia en la carretera

En los treinta años que separan Mad Max más allá de la cúpula del trueno de Mad Max: Furia en la carretera (libre traducción en España de lo que debería ser "Mad Max: Carretera de Furia") el autor de la trilogía original y de esta nueva entrega, George Miller, ha recorrido una senda como director cada vez más cercana al cine infantil, pasando de Las brujas de Eastwick y El aceite de la vida a la secuela Babe, el cerdito en la ciudad y a las dos entregas de Happy feet. Ello da como resultado que este reboot de las aventuras de Max Rockatansky (Tom Hardy) sea, en el fondo, un film más dirigido a un público familiar de lo que aparenta a simple vista, cuyo diseño de producción frecuenta lo desagradable pero sin rozar lo políticamente incorrecto (como delatan esas imágenes resueltas fuera de plano, como el parto de un bebé malogrado o la muerte de un villano al que la máscara que le permite respirar le es arrancada de cuajo). Nada hay de malo en ello, pero es un síntoma más de que el director ha vivido una especie de retiro creativo durante los casi quince años que estuvo intentando hacer realidad este proyecto. De hecho, las referencias cinematográficas que encontramos en esta entrega nos llevan a títulos como Brazil de Terry Gilliam o Dune de David Lynch, ejemplos del cine fantástico de cuando Miller puso punto y aparte a esta saga. No obstante, el cineasta se muestra más en sintonía con lo que ha evolucionado en todo este tiempo la industria de entretenimiento, y concibe su película como una inmensa introducción a cualquier videojuego de aventuras de última generación, esas piezas audiovisuales en los que prima la acción sobre una historia y un diseño de personajes muy básico, definidos de un plumazo. De hecho, las flaquezas de este nuevo Mad Max están precisamente allí donde el narrador intenta profundizar, como en ese gran bache central en el que los personajes encuentran a las últimas de las llamadas "Many Mothers", en un proyecto donde se nota, para bien, una esforzada pre-producción consistente en el desarrollo de miles de storyboards, antes incluso de preparar un guión que, no por casualidad, co-escribe el artista gráfico Brendan McCarthy.

Mad Max: Fury Road - George Miller - 2015 [ficha técnica]
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