jueves, 30 de julio de 2009

Liverpool

Los estudiosos del llamado Nuevo Cine Argentino coinciden al ubicar el inicio de este movimiento hace poco más de diez años, con el estreno de películas como Pizza, birra, faso o Mundo grúa. Lo que muchos no advierten es que, en cuanto a popularidad, esta corriente puede dividirse cronológicamente en dos etapas, en la primera de las cuales experimentó, al menos en España, una fase de invisible existencia (algo grave si se tiene en cuenta que estamos hablando de películas ya de por sí nada fáciles de comercializar), coincidiendo con el auge de otro tipo de cine argentino, éste mucho más popular, que fue una especie de relectura amable del cine independiente americano de los noventa, y que se llegó a bautizar con cierta mala uva como "películas con Ricardo Darín", en alusión a la aparición del actor en la mayoría de ellas. En poco tiempo éstas películas fueron dejando de interesar, coincidiendo con la aparición de otro tipo de trabajos, como fueron las comedias minimalistas de Carlos Sorín Historias mínimas y Bombón: El Perro, que se encontraban a medio camino entre la amabilidad de aquellas comedias y la radicalidad de las películas integradas en el Nuevo Cine Argentino. Por todo ello, muchos conocimos de manera tardía a los militantes de este nuevo cine, cuando ya iban por su tercer o cuarto trabajo: en mi caso conocí a Pablo Trapero en El bonaerense, a Lucrecia Martel en La mujer sin cabeza y a Lisandro Alonso en Liverpool.

Se dice de Lisandro Alonso que es uno de los cineastas argentinos (cuando no mundiales) más importantes de su generación. Yo sólo dispongo de un ejemplo de su filmografía, el único que las distribuidoras han decidido traer a nuestras carteleras (aunque esto, gracias a Internet, vale cada vez menos como excusa). Por lo poco que he visto, puedo decir que aprecio bastante su manera de filmar, siendo poseedor de un lenguaje valiente, en el sentido de que no teme a enfrentarse al espectador, pero tampoco parece que busque gratuitamente su provocación. Sin embargo, en el caso concreto de Liverpool, encuentro que el fin último de esta forma límite de representación no está a la altura, que Lisandro Alonso es capaz de desarrollar un lenguaje personal sin saber muy bien qué hacer con él. Así, si bien es destacable tanto la ciega confianza que Alonso deposita en su personaje principal (hasta el punto de que el sucio realismo de Liverpool parece una consecuencia del carácter errante de su protagonista) como la volatilidad de su hilo conductor (el cual da un osado giro en su tramo final), da la impresión de que el director pretendía habernos ofrecido algo mucho más trascendente, a juzgar por el plano detalle con el que se cierra la película, una justificación de su título que carece de la suficiente fuerza.

'Liverpool' - Lisandro Alonso - 2008 [ficha técnica]
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martes, 21 de julio de 2009

Tetro

Junto a Youth without youth, Tetro significa la vuelta a la dirección de Francis Ford Coppola tras los diez años transcurridos desde que el director italoamericano estrenara Legítima defensa. El regreso del Coppola director es un dato importante pero, a mi juicio, no tanto como se dice: como profesional del cine, no ha estado en absoluto retirado, ya que en todo este tiempo, entre otras cosas, ha producido con irregular fortuna casi una veintena de largometrajes para el cine (por poner algunos ejemplos, digamos que ha hecho posibles un par de películas dirigidas por los actores Robert Duvall y Robert De Niro, así como dos films de género fantástico a cargo de Tim Burton y Victor Salva y, por encima de todo, ha tutelado toda la carrera artística de su hija Sofia). Por otro lado, Tetro ostenta un privilegio más llamativo dentro de la carrera del cineasta, y es que se trata del primer film desde La conversación dirijido por Coppola a partir de un guión original propio. Como resultado, el film es en apariencia el más abiertamente autobiográfico de su carrera: al igual que el director, el personaje interpretado por Vincent Gallo es un talento en declive que ocupa un importante lugar dentro de una familia de artistas procedente de Italia (no es arbitrario que se escoja como escenario del relato un país donde más de la mitad de la población tiene orígenes italianos). Este personalísimo punto de partida lleva al director a arrancar el relato ofreciendo lo mejor de sí mismo: véanse los hermosos encuadres en blanco y negro predominantes sobre todo en los primeros compases del film que recuerdan al Coppola de La ley de la calle, también porque en ambos casos se narra un reencuentro entre dos hermanos marcado por una relación de amor y odio, de admiración y abandono.

Sin embargo, no todo en Tetro es autocomplacencia, y me resulta curioso que el film se haga más indigesto cuando Coppola se deja influenciar por terceros. No me refiero a sus referencias más evidentes: las secuencias oníricas inspiradas en las obras musicales de Michael Powell y Emeric Pressburger (sobre todo en su libre adaptación de la ópera de Offenbach Los cuentos de Hoffmann) no sólo están integradas en el relato con envidiable destreza, además producen un agradable efecto gracias a un colorido que contrasta con el barroco reinante en el resto del relato. Lo peor de Tetro lo encontramos cuando Coppola se imbuye del tono bohemio de sus personajes y busca con poca fortuna recrear una impostada mezcla cultural mediante sus personajes (y aquí hay que dar a cada uno lo suyo: si poco natural resulta el inglés de Maribel Verdú o Carmen Maura, más increíble suena Vincent Gallo hablando castellano avanzado con un acento de lo más básico), y cuando evoca el origen italiano de éstos recurriendo a unas imágenes de corte felliniano que constituyen alguno de los momentos más desafortunados rodados por Coppola en toda su carrera.

'Tetro' - Francis Ford Coppola - 2009 [ficha técnica]
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martes, 7 de julio de 2009

Still Walking

A falta de conocer el resto de largometrajes de Hirokazu Koreeda, considero suficientes sus últimos tres trabajos estrenados en España para tener una idea general de las inquietudes del cineasta, y para despejar las dudas que me surgieron a raíz del visionado de Hana, un film que encontré mucho menos inspirado que su anterior Nadie sabe. Siendo Hana un relato excesivamente teatral (al contrario que Nadie sabe, mucho más visual y, por tanto, más cinematográfico) ahora creo saber que las deficiencias de Hana no se deben al carácter dialogado del material de partida, ya que en Still Walking el director japonés vuelve a desarrollar un relato repleto de textos consiguiendo, en este caso, un resultado bastante más acertado. El hecho de que el film haya sido comparado con Cuentos de Tokio, una de las obras capitales del maestro Yasujiro Ozu, puede resultar exagerado pero no gratuito, ya que detrás de Still Walking se reconoce a un realizador notablemente habilitado para el costumbrismo japonés clásico.

Asimismo, las tres películas de Koreeda que conozco arrojan bastante luz sobre el carácter autoral de su artífice, alguien que demuestra una gran destreza para hablarnos de las etapas de la vida en general, y de la complejidad de la infancia en particular. Es Still Walking otro relato en el que los niños llevan un silencioso peso, y no me refiero sólo a los que están presentes (nietos e hijos de los protagonistas) sino a aquellos adultos cuyas infancias toman un importante papel mediante flashbacks que Koreeda no hace explícitos, pero insinúa con gran destreza: véase el momento en que Yukari (Yui Natsukawa) lee un texto que su esposo Ryota (Hiroshi Abe) escribió de pequeño, momento en que la cámara de Koreeda se centra en el atento rostro del pequeño Atsushi (Shohei Tanaka) hasta que su padrastro irrumpe en la escena haciéndose con el manuscrito de un manotazo, lográndose así una eficaz metáfora sobre el desencanto de la infancia tras el asalto de la madurez. Tampoco es nada desdeñable la evolución interior del personaje de Ryota, continuamente enfrentado a sus padres, a quienes la vida les dio un giro irreversible tras la muerte de su hijo mayor, y de quienes tiene que soportar los más molestos comentarios (como cuando opinan que asumir la paternidad de Atsushi no es tener un hijo de verdad), algo que, como demuestra el film de manera bastante brillante, es un papel que todos los padres terminan desempeñando algún día.

'Aruitemo aruitemo' - Hirokazu Koreeda - 2008 [ficha técnica]
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