domingo, 26 de septiembre de 2010

Conocerás al hombre de tus sueños

En los más recientes largometrajes de Woody Allen se intuye que ha entrado en una etapa de pesimismo que se traduce en un extraño desánimo a la hora de realizar su trabajo. Un desánimo que, sin embargo, no significa que ya no le quede aliento para escribir y dirigir películas, sino que las escribe y dirige desde una perspectiva mucho más desconsolada, hecho que ha afectado de manera preocupante a su labor como autor de las comedias que recientemente ha intentado llevar a cabo sin éxito y mediante diferentes fórmulas: recurriendo a su estilo clásico (Scoop), reinventándolo (Vicky Cristina Barcelona) o incluso recuperando un guión antiguo (Si la cosa funciona). La otra lectura de todo esto es que Woody Allen sigue resultando un autor tan interesante como siempre cuando aparca la comedia para trabajar con materiales más pesimistas, en los que pueda desarrollar su visión desesperanzada del mundo. Prueba de ello es, por supuesto, la excelente Match Point, pero también Cassandra's Dream un film fallido que en comparación con el resto de su obra reciente es casi una obra mayor. En ese sentido, Conocerás al hombre de tus sueños es el resultado de todo esto, tratándose de una película que desarrolla brillantemente algunas de las marcas más oscuras de su director, pero que, por desgracia, no llega a ser otra de las grandes de Allen debido a que éste se empeña en ofrecer a su público unos ofuscantes matices cómico-románticos que lastran el conjunto. Empecemos por uno de los personajes a los que Allen da más importancia dentro de este relato coral, Helena (Gemma Jones), cuyo dibujo se ve perjudicado por esas ocasiones en las que Allen pasa de observar a la mujer con un loable respeto a ponerla al servicio de la comedia más desafortunada, si bien a la hora de perfilar situaciones con un sonrojante trazo grueso el personaje que se lleva la palma es el de Charmaine, uno de los caracteres peor llevados por Woody Allen en toda su carrera, para el que el concepto de "actriz de método" parece haberse dado la vuelta: no es que Lucy Punch haga una buena caracterización como prostituta de lujo, es que parece que Allen ha dado un papel ciertamente importante a una prostituta real, con una nula capacidad de interpretación. En otro contexto la cosa habría tenido su gracia, pero aquí es imposible creerse que el personaje de Alfie (quien, de manera más acertada, no es más que Anthony Hopkins haciendo de sí mismo) pueda confiarle su fortuna y su descendencia. La consecuencia de todo esto es que en muchas de las secuencias finales se pierda toda la fuerza que tienen de por sí, al no quedar claro si las intenciones de Allen son tan directas como parecen o deben interpretarse con la ironía del desarrollo previo, por ejemplo cuando Alfie decide terminar con su problemática cana al aire dictando sentencia sobre su supuesta paternidad hacia el hijo que espera Charmaine, o cuando Helena se niega a prestar a su hija Sally (Naomi Watts) el dinero que ésta necesita para emprender su carrera en solitario, momento éste de marcada brutalidad en la que la joven insulta a su madre llamándola "imbécil".

Y es que hay dentro del film historias como las de Sally donde Allen recupera sus dotes cinematográficas, historias que, si bien pierden el interés por culpa de los innecesarios tintes cómicos a los que nos referimos, invitan a pensar que Allen tiene todavía mucho que ofrecernos en esto del cine. En primer lugar, véanse las secuencias en las que se nos muestra cómo Sally siente atracción por su jefe, Greg (Antonio Banderas), en primer lugar cuando la joven le ayuda a comprar unos pendientes para la mujer de éste, donde Allen no necesita nada más que un plano estático para mostrar la ambigüedad de los gestos y palabras de ambos, que invitan a pensar casi cualquier cosa en lo que se refiere a la atracción del uno hacia el otro, o cuando Greg invita a Sally a la opera y, al despedirse, en otro plano fijo, Allen nos ofrece una interpretación de ambos actores en la que las pausas y las miradas parecen calculadas al milímetro. El personaje de Sally y la interpretación de Naomi Watts son ejemplos casi perfectos de cómo debe evolucionar un personaje en la pantalla, sobre todo cuando Sally va pasando poco a poco de ser una mujer "de armas" y segura de sí misma, a una sombra de lo que fue, cuando va viendo cómo se va desmoronando todo lo que tenía a su favor, con un marido fracasado que no quiere tener hijos con ella, con un jefe cuya atracción hacia ella era pura fantasía (es patético el momento en el que Sally tiene que tirarle de la lengua a Greg para que reconozca lo que sentía por ella) o con una madre completamente senil sin cuyo dinero no tiene nada que hacer.

Mención aparte merece el relato desarrollado en paralelo en torno a Roy, el marido de Sally, no tanto por la caracterización de Josh Brolin (que también) sino por la estupenda forma en la que el Allen guionista inventa una historia que sobresale notablemente dentro del conjunto, haciendo que lamentemos una vez más los errores expuestos anteriormente, con más razón cuando, en el caso de Roy, tenemos un personaje cuya historia hubiera dado por sí sola para completar la trilogía de thrillers londinenses iniciada por Match Point y Cassandra's dream, un relato marcado como aquellos por el azar, la muerte, el sentimiento de culpa y el ascenso social, y que, además, permite al director algunos estupendos hallazgos de puesta en escena, como son los momentos en los que Roy "espía" a su vecina de enfrente, Dia (Freida Pinto), donde los planos siempre se nos ofrecen desde el punto de vista de aquél y si la cámara se sitúa dentro del apartamento de la chica es para que la veamos desenfocada: no veremos su rostro real hasta que Roy no la conozca de cerca. Estos encuentros en la distancia desencadenan la primera escena en la que se nos sugiere que el camino de traición emprendido por Roy no es todo lo acertado que a él le hubiera gustado, cuando éste, ya conviviendo con Dia, mira esta vez desde la ventana de Dia y descubre a su ex-mujer desnudándose en su antiguo apartamento, un plano que corta el propio personaje cuando decide borrar literalmente su pasado cubriendo la ventana con una cortina blanca, hecho éste que amplifica la gravedad del destino de Roy tal y como se nos sugiere más adelante: si bien está en manos del personaje deshacerse de su vida sentimental anterior, no podrá hacer nada cuando salgan a la luz los engaños gracias a los cuales ha recuperado el prestigio como escritor.

'You Will Meet a Tall Dark Stranger' - Woody Allen - 2010 [ficha técnica]
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