martes, 7 de julio de 2009

Still Walking

A falta de conocer el resto de largometrajes de Hirokazu Koreeda, considero suficientes sus últimos tres trabajos estrenados en España para tener una idea general de las inquietudes del cineasta, y para despejar las dudas que me surgieron a raíz del visionado de Hana, un film que encontré mucho menos inspirado que su anterior Nadie sabe. Siendo Hana un relato excesivamente teatral (al contrario que Nadie sabe, mucho más visual y, por tanto, más cinematográfico) ahora creo saber que las deficiencias de Hana no se deben al carácter dialogado del material de partida, ya que en Still Walking el director japonés vuelve a desarrollar un relato repleto de textos consiguiendo, en este caso, un resultado bastante más acertado. El hecho de que el film haya sido comparado con Cuentos de Tokio, una de las obras capitales del maestro Yasujiro Ozu, puede resultar exagerado pero no gratuito, ya que detrás de Still Walking se reconoce a un realizador notablemente habilitado para el costumbrismo japonés clásico.

Asimismo, las tres películas de Koreeda que conozco arrojan bastante luz sobre el carácter autoral de su artífice, alguien que demuestra una gran destreza para hablarnos de las etapas de la vida en general, y de la complejidad de la infancia en particular. Es Still Walking otro relato en el que los niños llevan un silencioso peso, y no me refiero sólo a los que están presentes (nietos e hijos de los protagonistas) sino a aquellos adultos cuyas infancias toman un importante papel mediante flashbacks que Koreeda no hace explícitos, pero insinúa con gran destreza: véase el momento en que Yukari (Yui Natsukawa) lee un texto que su esposo Ryota (Hiroshi Abe) escribió de pequeño, momento en que la cámara de Koreeda se centra en el atento rostro del pequeño Atsushi (Shohei Tanaka) hasta que su padrastro irrumpe en la escena haciéndose con el manuscrito de un manotazo, lográndose así una eficaz metáfora sobre el desencanto de la infancia tras el asalto de la madurez. Tampoco es nada desdeñable la evolución interior del personaje de Ryota, continuamente enfrentado a sus padres, a quienes la vida les dio un giro irreversible tras la muerte de su hijo mayor, y de quienes tiene que soportar los más molestos comentarios (como cuando opinan que asumir la paternidad de Atsushi no es tener un hijo de verdad), algo que, como demuestra el film de manera bastante brillante, es un papel que todos los padres terminan desempeñando algún día.

'Aruitemo aruitemo' - Hirokazu Koreeda - 2008 [ficha técnica]

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