viernes, 22 de mayo de 2009

Sicko

Ante una película como Sicko debo primero admitir que suscribo las intenciones del film, esto es, denunciar que a) es peligroso llevar algo tan básico y necesario como la salud pública al terreno del libre-mercado, b) hacer esto puede desencadenar que hospitales y personal sanitario tengan como fin hacer más caja que la competencia, a base de ahorrar dinero a su compañía, en lugar de velar por la salud de sus pacientes, y c) que Estados Unidos es uno de los países de Occidente que más claramente ejemplifica esta problemática. Una vez aclarado esto, urge decir que resulta de lo más desacertada la manera en la que su artífice expone los hechos, pareciendo el Michael Moore de Sicko más un showman esforzado por satisfacer las ansias de espectáculo de su audiencia que un documentalista preocupado por el rigor del material con el que trabaja.

Así, es tal la cantidad de trucos dramáticos, artificios y resortes que Moore pone en escena que el espectador, aún comulgando con las ideas del director, no puede evitar ponerse en el lugar de sus detractores y apreciar lo fácil que sería para éstos refutar las propuestas del director: por poner algunos ejemplos, resulta poco serio, y casi irrespetuoso, exponer el testimonio de víctimas que no pueden contener las lágrimas si, entre medias, se muestra una larga lista de enfermedades como si fuera la cortinilla de introducción de Star Wars (partitura de John Williams incluida); es ridículo mostrar la velocidad con la que se llena una bandeja de entrada de correo electrónico como prueba de la gravedad social de un hecho, especialmente cuando el correo electrónico es el de un ídolo mediático como Michael Moore; no es apropiado decir que si un fontanero puede acudir en tu ayuda en menos de una hora también debería hacerlo un médico, si de lo que se trata es de denunciar el hecho de que el médico trabaja para empresas privadas, como los fontaneros... Y así un largo etcétera.

Todo ello empeora conforme avanza el film, llegando a sus momentos más desafortunados cuando habla de los sistemas sanitarios canadienses y europeos ciñéndose casi siempre a los ciudadanos mejor acomodados, mientras que en Estados Unidos sólo acude a las clases más desfavorecidas. Puede que esté aquí la razón por la que el film haya tardado dos años en llegar a España y no (como muchos pensábamos antes de verlo) en que hace apología del régimen cubano en su tramo final: las distribuidoras debieron pensar que el espectador europeo podría desconfiar de la veracidad del documental después de ver que, a ojos de su narrador, la sociedad francesa es un auténtico paraíso. Ello me recuerda que otra de las armas que Moore emplea para descalificar el sistema sanitario de su país es una lista en la que éste aparece a la cola en el puesto treinta y siete, seguido por Eslovenia. Acto seguido, Moore ridiculiza a esta pequeña república, pero tiene cuidado de ocultar un importante detalle: más abajo, en la misma lista, aparece Cuba.

'Sicko' - Michael Moore - 2007 [ficha técnica]

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