viernes, 28 de noviembre de 2014

Interstellar

Por más que Interstellar se haya comparado hasta la saciedad con un clásico de la ciencia ficción como 2001: Una odisea del espacio, y aunque no faltan razones que invitan a esta comparación (podemos hablar de los diseños de los vehículos espaciales, o de ideas sobre el papel como ese túnel entre galaxias, que Kubrick no pudo situar cerca de Saturno porque los efectos especiales de la época no le permitieron recrear unos anillos creíbles), resulta palpable también, ya desde sus primeros minutos, la referencia a otros directores en activo, también autores de títulos clave dentro del fantástico y la ciencia ficción. Pienso, por un lado, en M. Night Shyamalan, el otrora afamado realizador del que parece que ya nadie se acuerda tras su recientes traspiés cinematográficos, pero cuyas historias guardan no pocas relaciones con lo contado en Interstellar, un relato cuyos personajes, al igual que los de títulos como Señales, El bosque, La joven del agua o El incidente, son gente sencilla de la América profunda que se enfrentan a fenómenos extraordinarios que pueden cambiar no solo sus vidas sino también el mundo tal cual lo conocen. Por otro lado, y de manera si cabe más obvia, las imágenes ofrecidas por el cineasta Christopher Nolan denotan una clara influencia del cine de Steven Spielberg, quien encargó a Johnatan Nolan el guion del film, antes de que el autor de Encuentros en la tercera fase abandonara el proyecto, cayendo hace dos años en manos del hermano del guionista. Por ello, la película desarrolla grandes obsesiones de Spielberg como el instinto de supervivencia o los conflictos a gran escala vistos desde el prisma del seno familiar, ideas que Christopher Nolan se sabe apropiar (hay mucho de autobiográfico en la relación del protagonista y su hija), y que en el guion se mantienen llevadas hasta el extremo: La suma de supervivencia y familia da como resultado la perpetuación de la especie, una idea que personajes como el profesor Brand (Michael Caine) lleva hasta sus últimas consecuencias, con ese macabro "plan B" consistente en esparcir un conjunto de embriones humanos en un planeta habitable, en caso de que no sea posible rescatar a la humanidad que ya está poblando nuestro planeta.

El arranque de Interstellar comparte con Origen, otra superproducción reciente de Nolan, una falta de confianza por parte del narrador hacia el potencial que tienen para la historia los minutos iniciales: acaso impaciente por querer ir al grano con lo que está contando, Nolan muestra una prisa excesiva en la presentación de lo que serán las "reglas del juego" para el espectador. Así, si en Origen resultaban desanimadas, pese a la abundancia de medios, las secuencias en las que los protagonistas explicaban a los recién llegados la mecánica de los sueños y la técnica utilizada para colarse en ellos, en Interstellar las apariciones iniciales de Brand y su hija (Anne Hathaway), con el fin de explicar a Cooper (Matthew McConaughey), y también al espectador, los entresijos del proyecto en el que la NASA trabaja en secreto, resultan demasiado didácticas y superficiales, a pesar de (o precisamente por) el subrayado musical de Hans Zimmer, y la inserción de elementos de acción a la postre tan prescindibles como la persecución, por parte de Cooper y sus hijos, de un avión no tripulado a través de unos campos de maíz. No por casualidad, es la secuencia que pone fin a este segmento, el momento en el que Cooper se despide de sus hijos antes de partir en la misión que comprenderá el resto del relato, una de las más importantes de la película, no solo por la relevancia que el momento tendrá dentro de la trama, sino también por la fuerza que le imprime el realizador, sobre todo gracias a la interpretación que le brinda McConaughey, no en vano, una de las principales virtudes del film.

Y es que, dentro de la filmografía del autor de Memento, únicamente la sobresaliente composición del personaje de Joker que el desaparecido Heath Ledger hizo para El caballero oscuro es comparable a las cotas interpretativas que McConaughey consigue como protagonista de Interstellar, siendo el actor uno de los responsables de que el guion científicamente más riguroso de los firmados por los hermanos Nolan haya terminado convirtiéndose en la película donde más presencia dramática tienen sus personajes, y donde mejor se desarrollan, desde un punto de vista dramático, los conflictos internos de su protagonista, labor en la que el realizador fracasó en cada uno de sus tres intentos para la trilogía del hombre murciélago. El mérito de McConaughey es más destacado si atendemos al mal uso que en el proyecto se hace del elenco de actores, en el momento en que los artífices del film cometen el tremendo error de utilizar a rostros tan populares como Matt Damon, Jessica Chastain o Casey Affleck para encarnar a personajes que se presentan casi a la mitad de metraje, decisión que tiene el efecto de sacar al espectador súbitamente de la ficción, al reconocer a los actores cuando el inconsciente ya ha pasado la fase de "convertirlos" en personajes. Más allá del rigor científico del guion, las abrumadoras cifras del presupuesto, o la destreza de su director para culminar un proyecto de este tipo, la grandeza final de Interstellar es inconcebible sin su actor principal.

Interstellar - Christopher Nolan - 2014 [ficha técnica]

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