lunes, 10 de noviembre de 2014

Dos días, una noche

Sigue llamando la atención que los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne hayan definido un estilo de filmación al que se han mantenido fieles durante décadas dirigiendo largometrajes de ficción. Dos días, una noche es de nuevo un film de narrativa lineal, concatenando planos-secuencia filmados cámara al hombro, en los que el personaje principal es centro y motor de toda la acción. La novedad que aporta Dos días, una noche a la filmografía de los autores de Rosetta es el hecho de incorporar una actriz de fama internacional como Marion Cotillard, algo que se ha reflejado relativamente en la acogida del proyecto: llama la atención que compitieran aquí por sexta vez por la Palma de Oro en Cannes, pero sea la primera que se hayan ido del festival con las manos vacías, acaso como castigo al "aburguesamiento" que implica la presencia de Cotillard, por más que su actuación fuera vista por crítica y público como la más firme candidata al premio a la mejor actriz (que finalmente terminó atribuyéndose a la no menos célebre Julianne Moore). Hay que decir que sí que existe un cierto tono amable en la temática del film, al situar una historia de superación individual, la del personaje de Sandra, por encima de las posibles lecturas de carácter social que puede tener su relación con sus compañeros de trabajo. No obstante, es precisamente uno de los atractivos del relato el hecho de que no ofrezca una visión simplista de la lucha de clases, y que Sandra no tenga su único (y previsible) enemigo en el jefe que propone su despido laboral, sino también en aquellos compañeros que no están dispuestos a sufrir un recorte salarial para impedirlo, aunque en algunos casos no les sea de vital importancia, y en otros la protagonista los encuentre dedicándose a trabajos de economía sumergida, cuando ella no tiene una fuente de ingresos alternativa. En cuanto al desarrollo de dicho relato, lo más llamativo del resultado, aparte de la sobresaliente interpretación de su actriz protagonista, es la habilidad de los Dardenne para hacer una exposición tan directa de la historia, sin que al espectador le resulte tediosa una narración cuya estructura, sobre el papel, corría el peligro de resultar mecánica (la película podría limitarse a encadenar secuencialmente las visitas de Sandra a cada uno de sus compañeros), y también la capacidad de la mirada de los cineastas belgas, asistida por nerviosa cámara de su fiel operador Alain Marcoen, para sugerir ideas en los márgenes no dialogados del relato: como muestra, valga la imagen de Sandra despertándose de su letargo en el plano que abre la película, y la de la mujer caminando hacia un nuevo porvenir en medio de una ciudad estática, castigada por el desempleo.

Deux jours, une nuit - Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne - 2014 [ficha técnica]

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