domingo, 14 de octubre de 2012

Moonrise Kingdom

Existen fuertes similitudes entre las inquietudes artísticas actuales del cineasta tejano Wes Anderson y las que en su época de mayor inspiración (que no ahora) llegara a tener su compatriota (nacido en California) Tim Burton, que van más allá de su evidente gusto por materiales de corte fantástico, o sus puntuales coqueteos con la animación, vertiente "stop motion" (véase Fantástico Sr. Fox en caso de Anderson, o La novia cadáver, entre otras, en el de Burton). Para empezar, ambos gustan de quehaceres cinematográficos de otra época, lo que resulta tanto en una reinvindicación de estilos muy maltratados en su momento, y aun ahora (qué mejor ejemplo que Ed Wood, acaso la mejor película de Burton, dedicada al comunmente considerado "peor director de la historia del cine"), como en una definición de una caligrafía propia como consecuencia de la imitación de esos referentes. Por otro lado, ambos directores hacen (o hacían, en el caso de Burton) de la artesanía la punta de lanza de su proceso creativo, hasta el punto de exponer deliberadamente la falsedad de sus artificios expositivos, en tanto que éstos son el resultado de una escasez de medios impostada, que para sus creadores posee una peculiar belleza que no hay que disimular. No en vano, Moonrise Kingdom se presenta con unos niños en torno a un pequeño tocadiscos en el cual suena la pieza didáctica Guía de orquesta para jóvenes del compositor inglés Benjamin Britten, durante la cual la voz de una mujer va describiendo cómo las diferentes partes de la orquesta interpretan variaciones sobre un mismo tema, al tiempo que Anderson, apoyado en la acertadísima composición cromática de Robert D. Yeoman, nos muestra el escenario donde se mueven los personajes, el cual se nos presenta con un nada disimulado carácter irreal, estableciéndose una estrecha relación entre la narradora (de voz quebrada por las malas condiciones del vinilo) que desvela los secretos del artificio musical a los niños, con la escritura del realizador exponiendo su propio artificio a los espectadores.

Soterrado en este tono premeditadamente ingenuo, hay en las imágenes de Moonrise Kingdom un aire malsano que distancia a su director de otros creadores similares. Sin ir más lejos, el hilo conductor del relato (escrito al alimón por el propio Anderson y Roman Coppola) describe, en su primer tramo, la huida de una pareja de jóvenes pre-adolescentes, Suzy (Kara Hayward) y Sam (Jared Gilman), enamorados el uno del otro, y ofrece aquí pasajes que pocos cineastas (y pienso en muchos de los que se las dan de transgresores en festivales de ese cine mal llamado "independiente") se hubieran atrevido a llevar a la pantalla, o hubieran sido capaces de hacerlo con semejante falta de complejos: pienso, sobre todo, en ese flashback en el que los pequeños intercambian correspondencia entre la que se incluyen dibujos de la niña desnuda, entrando en una bañera, o en las escenas que tienen lugar cuando ambos acampan junto a un estuario, momentos en los que bailan en ropa interior, se besan, ella le pide que toque sus pechos, él tiene una erección... Es precisamente unos minutos más tarde, cuando ambos son sorprendidos durmiendo en la tienda, cuando arranca otro segmento de la película en el que el ritmo narrativo se resiente, tal vez debido a que el relato cobra un sentido más serio, en el que los niños discuten sus traumas con los adultos, problema que no remontará hasta que los protagonistas emprendan una segunda huida en colaboración con los scouts compañeros de Sam: a las órdenes del único adulto en el campamento, la primera movilización del grupo de niños se produce en contra de la pareja, mientras que en este tramo final los niños, liberados del pensamiento adulto, deciden apoyar la causa de la joven pareja. Moonrise Kingdom es un peculiar canto a la rebeldía y a la conservación de cierto tipo de pensamiento a contracorriente, no por casualidad, la historia de los niños comienza y concluye en una representación infantil de "El arca de Noe", mito universal en el que los hombres salvan a una pareja de cada especie, y tiene un marcado clímax a cámara lenta en el momento en el que los protagonistas, arropados por sus compañeros, realizan un paseo triunfal después de haber contraído matrimonio, mientras suena rotunda una variante del tema central de la película. En los títulos de crédito finales volverá a sonar esta partitura y, como en la escena de apertura, serán descritas las diferentes partes de la orquesta, esta vez por parte de una voz infantil.

Moonrise Kingdom - Wes Anderson - 2012 [ficha técnica]

2 comentarios:

  1. Buena entrada y mejor película. Junto con "La invención de Hugo" lo mejor que me he echado a los ojos este año. Yo no noté que se resintiese el ritmo cuando tu comentas y toda la película se me pasó en un suspiro. Me llamó la atención el final, mucho más amargo de lo que podría parecer. Si te interesa pasate por la entrada que le dedicamos:
    http://lagatacongafas.blogspot.com.es/2012/06/el-reino-de-la-luna-creciente.html
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Comparto tu gusto por esta película, pero no por La invención de Hugo, un Scorsese que me dejó la misma sensación que me deja casi todo lo que ha hecho Tim Burton en los últimos años: la sensación de que alguien ha querido hacer un "cine perfecto" que carece precisamente de lo que hace atractiva a una película como la de Anderson, esto es, el homenaje a viejas formas de hacer cine utilizando justo esas mismas formas, con trampa y cartón.

      Muy buena también tu entrada, te he devuelto el comentario. Un saludo.

      Eliminar