viernes, 26 de octubre de 2012

Cosmopolis

Hace no demasiado tiempo, antes de firmar títulos con relativo éxito de público como Una historia de violencia, Promesas del Este o Un método peligroso, David Cronenberg también ofrecía de vez en cuando un cine de difícil asimilación comercial, que a veces parecía concebido contra el público. Puede que esto sea tanto consecuencia del quehacer del propio Cronenberg, como del enfoque publicitario que tiene la distribución de este tipo de films pero, por poner un ejemplo, servidor nunca ha visto un mayor número de espectadores abandonar una sala en medio de una proyección que el que "conseguía" Crash, un título de Cronenberg, por otro lado, considerablemente apreciado por sus seguidores. Casi en igual medida, esta situación se repite en Cosmopolis, donde se da tanto un enfoque cinematográfico extremadamente personal por parte de Cronenberg como una política de publicitación del film no demasiado adecuada, con un póster de brillante composición, pero concebido principalmente para dejar claro el protagonismo del film por parte de un actor como Robert Pattinson, que ha alcanzado recientemente el estrellato gracias al film Crepúsculo y todas sus secuelas, una saga dirigida a un público en las antípodas de Cosmopolis, con un personaje que, para colmo, también explota la pálida efigie que Pattison muestra en el citado cartel. Aunque se comenta que el papel protagonista de Cosmopolis pudo caer en un principio en manos de Colin Farrell, la elección final de Pattison por parte de Cronenberg no parece casual: qué mejor forma para un desalmado e implacable freak como el personaje del multimillonario Eric Packer, protagonista del relato, que la de un vampiro, un ser desangelado y sobrenatural, que se alimenta de la sangre los demás.

Partiendo de esta premisa, se entiende que Cronenberg se muestre atraído por el carácter irreal, casi de otro mundo, del personaje central de la novela homónima de Don Delillo, donde Packer no es tanto el relato fiel de un joven magnate contemporáneo (no conozco personalmente a nadie de estas características, pero me resultan mucho más creíbles los jóvenes emprendedores descritos, pongo por caso, por David Fincher en La red social) como una especie de caricatura de lo que para el resto de los mortales podrían ser los todopoderosos que, según se nos dice, dominan los mercados, en lo que se ha convertido casi en un tópico periodístico, alimentado por el carácter evasivo de nuestros políticos. De ahí que Cronenberg trabaje sobre todo este aspecto caricaturesco del malvado capitalista, y se asome sólo de manera esporádica y con cierto sentido del humor a otras ideas del original de Delillo, como son la existencia de una "amenaza creíble" (sic) con la que Torval (Kevin Durand), guardaespaldas del protagonista, advierte a éste durante su viaje por la ciudad, en clave consonancia con conceptos como el enemigo desconocido y la guerra preventiva, tan queridos por la administración Bush en el momento de la publicación de la novela de Delillo, hace casi diez años. Así pues, si olvidamos los aspectos negativos que todo esto tiene para la película, como son los muchos momentos de excesiva palabrería por parte de los personajes, acerca de temas para los cuales los artífices del film no buscan rigor de ningún tipo, o la presencia final de Paul Giamatti buscando gustarse a sí mismo como actor convencional (en una película que tiene sus propias reglas de representación), resulta fascinante en Cosmopolis cómo Cronenberg lleva semejante material a su terreno (con esa atmósfera "húmeda" que el realizador consigue sin utilizar un solo fundido o encadenado), y como Packer se convierte en uno de los freaks del autor, con sus imprevisibles ataques de violencia, su obsesiva fijación por la salud del cuerpo y su retorcidas (y sinceras) fijaciones sexuales.

Cosmopolis - David Cronenberg - 2012 [ficha técnica]

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