lunes, 15 de agosto de 2011

Carlos

A diferencia de Steven Soderbergh en su díptico sobre Ernesto Guevara (Che, el argentino, Che: Guerrilla), el cineasta francés Olivier Assayas no ha estrenado en la gran pantalla el trabajo cinematográfico completo sobre la etapa de Ilich Ramírez Sánchez que comprende toda su actividad como terrorista, sino que ha escogido, de la mano del productor Daniel Leconte, un montaje reducido de tres horas para su pase en salas, precedido de la emisión mediante circuitos televisivos de tres episodios de larga duración (que son los comentados aquí), ejercicio en el que muchos han querido ver una respuesta europea a ese fenómeno que son las series americanas, cuyo éxito de público está llevando a muchos a repetir la rancia y recurrente profetización de "la muerte del cine". Pese a haberse estrenado en televisión, el rodaje de Assayas produce la impresión de haberse concebido con otras ambiciones, como delata el presupuesto holgado y la ardua tarea de documentación que parece haber precedido al arranque del proyecto, algo inusual en el circuito televisivo europeo. De hecho, es de aquí de donde surge el aspecto más sobresaliente de esta versión extendida, y es el impecable trabajo de ambientación que recrea los escenarios internacionales por donde Carlos operó durante varias décadas, algo notable en una filmación llevada a cabo casi íntegramente en exteriores, y una virtud que Assayas no llega a desperdiciar pese a sus carencias como narrador: prácticamente todo el segundo episodio describe el secuestro de los representantes de los países integrantes de la OPEP y el posterior deambular de Carlos y su banda con los secuestrados en un avión en busca de asilo político, episodio cuya holgada duración no le basta a Assayas para mostrar con claridad lo que sucede, no quedando a veces muy clara la ubicación de los personajes.

Y es que esta miniserie de televisión es un trabajo cinematográfico también para lo malo, y en ello tiene mucho que ver la medida en la que Assayas quiere ser el protagonista de su propia función mediante un "afrancesamiento" (cinematográficamente hablando) del relato, haciendo un particular homenaje a Godard tanto con el montaje sincopado de los momentos de más acción como con cierta concepción nihilista del personaje principal, así como la ambigua descripción del trío que forman, durante buena parte del relato, el protagonista con su amante, la también activista Magdalena Kopp (Nora von Waldstätten), y el ex-novio de ésta, Johannes Weinrich (Alexander Scheer), donde también hay algo del Truffaut de Jules et Jim. Lástima que este afán no sea tal en la propia definición del protagonista, en el que apenas se percibe en los 330 minutos de metraje un mínimo de cambio psicológico: sí que hay algo, como en el Viva Zapata! de Elia Kazán, del cliché del revolucionario corrompido por el poder (Carlos se vanagloria de luchar por los oprimidos, sobre todo al principio, pero trata con vejación a las prostitutas o, incluso, a sus propias amantes), pero esto está más en el curso de los acontecimientos que en la propia evolución interna del personaje. Por su parte, Édgar Ramírez, ofrece un trabajo correcto, físicamente entregado, ganando y perdiendo peso según la ocasión, pero su interpretación se estanca en una serie de tics, de los que abusa, como estar continuamente encendiendo cigarrillos y fumándolos.

Carlos - Olivier Assayas - 2010 [ficha técnica]

4 comentarios:

  1. Lamento de veras que no te haya convencido esta versión "cinematográdica" sobre el personaje de Carlos "El Chacal". Lo tengo algo lejano en el tiempo, pero creo recordar que en el episodio del secuestro se planteaba muy bien el mapa geopolítico de la época: separando en zonas a los enemigos, a los aliados y a los neutrales. Supongo que te referirás al ir y venir en el avión, donde sí creo que estaba peor explicado.

    Me ha hecho mucha gracia eso que dices de los cigarrillos, creo que a todo el que haya visto la miniserie (o el film) le habrá llamado la atención la cantidad de tabaco que fuma el personaje, remarcando quizá sobremanera su carácter adictivo con las mujeres, el alcohol o en su "lucha".

    En cuanto a la evolución del personaje, me pareció correcta la visualización del mismo por parte de Assayas, llevando a ras de suelo a uno de esos personajes históricos de la izquierda radical que suelen estar deificados, y que cinematográficamente se les suele criticar con menos vehemencia que a los de extrema derecha (el díptico de Soderbergh es un ejemplo muy claro de esto, o eso me parece).

    Debería revisar la miniserie, pero creo que su carácter por etapas está bien explicado por Assayas: "El film muesta la forma en la que se pasa del idealismo a la ideología, de la ideología al pragmatismo y del pragmatismo al cinismo".

    PD: enhorabuena por el quinto aniversario de tu magnífico blog, lleno de textos de gran interés, claros, sin nada de la pomposidad característica de los criticos profesionales. No es por peloteo gratuito, lo digo sinceramente. He aprendido mucho con tus escritos. Saludos.

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  2. Llevas razón en que el dibujo del mapa político también es magnífico, muy bien documentado y reflejado.

    Gracias por tu felicitación, pero últimamente en este blog resultan más interesantes los comentarios que las entradas. Si te decides a escribir tu propio blog dímelo porque aquí tienes un lector asegurado.

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  3. Alguna vez lo he pensado, pero entre el tema de los estudios y la autoconciencia de no tener nada interesante que aportar me da algo de pereza. Quizá algún día me anime, pero por ahora prefiero aprender leyendo textos de 'Miradas', los tuyos, los de algún que otro blog interesante y los de las revistas especializadas, preferentemente los de 'Dirigido por...' (sobre todo los de Valentí). 'Cahiers' a veces me tira un poco para atrás por diveras razones, aunque el número de julio y agosto sobre las series me parece fantástico.

    Manué, a ver si me puedes ayudar a hincarle el diente al cine de Ozu, por lo menos para iniciarme. Es uno de mis pecados cinéfilos, y habiendo visto mucho de Kurosawa y algo de Mizoguchi se me hace algo raro no heber visto nada suyo. Gracias.

    Pd: si te gusta el cine clásico de samuráis no te pierdas la de Miike, mucho más comedido que en otras que he visto de él. Me ha parecido un bonito homenaje a los clásicos, eso sí, con el puntillo postmoderno en el retrato de la violencia. Muy divertida y con algún apunte interesante sobre el despotismo.

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  4. Ya pensaba ver la de Miike, y por tu comentario tengo todavía más ganas.

    Con Ozu me has pillado. Por algún motivo, en el cine japonés clásico lo normal para un aficionado es haber visto mucho de Kurosawa, muy poco de Mizoguchi y casi nada de Ozu, y ése es mi caso. De Ozu sólo he visto esa obra maestra llamada Cuentos de Tokio.

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