domingo, 25 de julio de 2010

Toy Story 3

A estas alturas no nos vamos a engañar: Pixar es hoy en día la factoría de animación favorita de la todopoderosa multinacional Disney y, como tal, debe ser ante todo una máquina de hacer dinero (otra cosa es que en el camino se permita hacer de ello un arte). Así, esta tercera parte de su franquicia por excelencia delata un claro agotamiento del filón, como si el proyecto viniera auspiciado en su totalidad por una necesidad de mercado, pero con una nula inquietud artística. Dicho de otra manera, son muchos los elementos de Toy Story 3 que nos dejan una sensación de déjà vu respecto a sus predecesoras, especialmente a la segunda parte: otra vez el irónico juego con la conciencia de los personajes, atormentados por el hecho de que el niño con el que juegan ha crecido y, por tanto, no tenga reparo en deshacerse de ellos; otra vez la aventura pasa por un desafortunado viaje de huida (o de regreso) que lleva a los protagonistas a encontrarse en el lugar equivocado; otra vez el villano es un juguete que, como Stinky Pete en Toy Story 2, se presenta, en una inesperada faceta, como un renegado del amor infantil, liderando una cruzada en la que cuenta con el resto de juguetes, tenga o no el consentimiento de éstos. Entre todo ello sorprende especialmente como Lee Unkrich, co-responsable de la mencionada Toy Story 2 y de los que probablemente sean, no los más adultos, pero sí los más frescos y frenéticos largometrajes de los otorgados por el estudio hasta la fecha, a saber Monstruos S.A. y Buscando a Nemo, haya orquestado este nuevo encargo tirando de manual, haciendo que el resultado final se resienta, sobre todo en su primera mitad, por buscar un apoyo sistemático en la trabajada partitura de Randy Newman. Con todo, el film no deja de ser, una vez más, un envidiable ejemplo de cine de entrenimiento, y es el guión de Michael Arndt el que termina por ofrecer las guías para la salvación del conjunto, no prestando demasiada atención a unos protagonistas y motivaciones, como decimos, harto conocidos, sino acumulando con gran imaginación una inacabable colección de personajes nuevos, y sobre todo haciendo de el avance a base de continuos giros narrativos su razón de ser.

Es por ello la escena climática cercana al final, donde los personajes principales, con un humanismo sobrecogedor, se dan la mano asumiendo su inminente destrucción, una de las más logradas de la saga por lo que tiene de declaración de intenciones, al hacer de unos objetos en principio tan imposibilitados como un puñado de viejos juguetes el centro de un admirable espectáculo, al tiempo que demuestra, por cómo se resuelve el momento, que Pixar siempre tiene la clave para sacar adelante cualquier reto, aunque estuviera tan predispuesto al fracaso como Toy Story 3. Y en este momento cabe hacer mención al flaco favor que la tecnología 3D hace de un momento tan espectacular como éste y muchos otros, dentro de una película que apuesta por la profundidad de campo tradicional, al tiempo que puede y debe presumir de su deslumbrante capacidad de recreación de imágenes de sintesis, las cuales quedan eclipsadas por las incómodas aberraciones de las gafas estereoscópicas y sus pésimos valores de contraste cromático.

'Toy Story 3' - Lee Unkrich - 2010 [ficha técnica]

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