domingo, 2 de octubre de 2011

La piel que habito

El hecho de que el protagonista de la anterior película de Pedro Almodóvar, Los abrazos rotos, fuera un alter ego del director manchego hacía que los tiempos muertos de la narración se vieran ocupados por las historias que el personaje ideaba, filmaba y montaba, que su extensa película se nutriera de otras pequeñas películas. Al mismo tiempo, el personaje actuaba como canalizador del universo almodovariano: al ser aquél un trasunto ficticio del autor real, éste descargaba toda su hilarante imaginería en los relatos dentro del relato, mientras que la ficción principal estaba llevada más en serio. La piel que habito es una película que perfectamente podía haber surgido de la imaginación del protagonista de Los abrazos rotos, del estilo de aquellas fantásticas historias en las que vampiras contemporáneas se enamoraban de jóvenes mortales, y aunque desarrolla pasajes visualmente muy inspirados, y resuelve con gran realismo los momentos dedicados al mundo científico y médico en el que se encuentra imbuido su protagonista, Robert Ledgard (Antonio Banderas), Almodóvar peca precisamente de lo que en su anterior trabajo eran virtudes. Por un lado, el autor no se corta a la hora de sembrar su filmación de referencias a si mismo, y lo menos malo que nos ofrece en este sentido son detalles como ese concierto encubierto de Concha Buika e Iván Melón, tan excesivamente recreado en la pose de la cantante que llega a romper el interés por el relato; entre lo peor, se encuentra el insufrible personaje de Zeca (Roberto Álamo), el hijo brasileño de Marilia (Marisa Paredes) que, antes de tener una escena de sexo forzado con Vera (Elena Anaya) (que recuerda a la de Santiago Lajusticia y Verónica Forqué en Kika), se presenta disfrazado de tigre y se identifica ante su madre enseñando el culo (!), elementos propios de la etapa temprana de Almodóvar y que hace años que el manchego debería haber superado. Por otro lado, si la historia contada en La piel que habito es como un entremés de relleno en su film anterior, Almodóvar la tiene que estirar en el guión parar darle entidad de largometraje, y para ello pasa por practicar artificios narrativos inusuales en su filmografía (cf. la rashomoniana escena nocturna del jardín), que permutan los bloques temporales con el fin de ocultar los secretos de la trama e irlos desvelando progresivamente, pero que no resuelven problemas argumentales como la inexplicable evolución interior del personaje interpretado por Elena Anaya, sobre todo en lo que se refiere a la relación con su raptor, por no hablar de esa inserción de significantes tan sonrojantes como las paupérrimas imágenes en las noticias donde se nos habla de la celebración del carnaval: la manoseada metáfora del disfraz como mutación de la piel es todo lo que se nos ofrece para introducir el punto central del discurso.

La piel que habito - Pedro Almodóvar - 2011 [ficha técnica]

1 comentario:

  1. Pues fíjate que, pese a que sin duda es una peli fallida, no me ha disgustado del todo. Hay algunos detalles de puesta en escena muy buenos, como una gran utilización del plano detalle, o ese plano cenital sobre la cama que comparten Banderas y Anaya y cuyo movimento sirve para dejar claro de dónde salen esos recuerdos...

    De las siete películas de Almodóvar que he visto, ésta es la que más me ha gustado; aunque creo que tiene elementos dudosos que hace que sea imposible considerarla un gran film. De acuerdo en todos los apuntes negativos que mencionas, tan evidentes que todavía me explico cómo ha podido gustar tanto entre la crítica. Lo de triginho es lo más bochornoso que he visto este año en un cine, además de que el discurso sobre la identidad (¿?) que en teoría propone el manchego me parece que está ejecutado de forma muy banal y superficial.

    Parece que lo que digo es contradictorio, pero es que lo siento con esta película. Es tan excéntrica, tan absurda y tan "valiente" que creo que (me) genera pulsiones opuestas. De todas formas, insisto en que creo que descoloca por descolocar y no profundiza que casi ninguna de las premisas que propone, pero tiene "algo", no sabría matizar el qué, que hace que el regusto no sea del todo amargo. Perdón por explicarme tan mal, pero es que esta película me ha impactado de forma extraña. Debo dejarla reposar un poco más. Un saludo. Estoy como loco por ver la de Urbizu.

    ResponderEliminar