lunes, 25 de enero de 2010

Paranoid Park

Al tiempo que Gus Van Sant intentaba mantener una relación estable con las majors y con un público más o menos mayoritario, a base de largometrajes de formato estándar (Descubriendo a Forrester, Mi nombre es Harvey Milk) y participaciones en "amables" proyectos colectivos (Paris, je t'aime, A cada uno su cine, 8), el cineasta natural de Kentucky llevó a cabo en la pasada década un proyecto mucho más personal al realizar una serie de películas que a la larga se ha denominado "trilogía de la muerte", y que recibe este nombre por razones que se me escapan, entre otras cosas porque el tema de la muerte está presente en casi todas las películas del director y hay muchos otros elementos que hacen que estas películas constituyan algo diferente dentro de su carrera (por ejemplo, su pretendido aire amateur o que sus historias giren en torno a jóvenes inadaptados) y, sobre todo, porque no se trata de tres películas sino cuatro: Gerry, Elephant, Last days y Paranoid Park. Muchos justifican que se le llame "trilogía" a una serie formada por cuatro películas alegando que, en realidad, se trata de un tríptico seguido de un epílogo, una explicación traída por los pelos ¿por qué no un díptico acompañado, además, de un prólogo? El caso es que, se trate o no de un epílogo, es cierto que en Paranoid Park hay algo que la diferencia de las otras tres películas, de tres films en los que Gus Van Sant parecía más interesado en buscar nuevas posibilidades en el lenguaje cinematográfico (de hecho, muchas de sus patentes han servido de influencia para trabajos más interesantes, tan diferentes entre sí como 4 meses, 3 semanas, 2 días o El luchador) que en hacer algo interesante con él.

Paranoid Park es una película mucho más pendiente de su construcción narrativa que las películas que Gus Van Sant ha ofrecido en la misma línea, si bien ello no significa que su estructura expositiva sea ortodoxa, al contrario, la historia del joven Alex (Gabe Nevins) se desarrolla mediante saltos temporales y experimentos con la naturaleza del relato, casi siempre jugando con la idea de que Alex es narrador de su propia historia y, por tanto, lo narrado puede ser fiel a los hechos o fruto de su subjetividad, una idea que se cuenta entre lo más interesante de la propuesta. Tanto es así que Paranoid Park es una de esas películas donde no sólo se desarrolla un relato sino que se trata de exponer la propia narración, algo que queda claro en su ambiguo final, donde el desenlace queda abierto por el mero hecho de que el protagonista (el narrador) decide, como catarsis, quemar las notas que ha ido escribiendo y que recogen su propia historia. Tal vez lo peor sea la insistencia de Gus Van Sant en imprimir al film el carácter errático de su protagonista, insistencia que ya supuso un lastre en sus anteriores trabajos y que aquí queda compensada con algún que otro formidable hallazgo de montaje y/o puesta en escena, por ejemplo, la relación que Alex tiene con sus adultos, expresión perfecta del pasotismo existente en ambos sentidos (no sólo Alex los evita continuamente, también le resulta muy fácil engañarlos); el borroso encuentro sexual entre Alex y la ingenua Jennifer (Taylor Momsen) donde se sabe plasmar perfectamente el escaso interés que el acto despierta en el protagonista; la escena en la que Alex rompe con Jennifer y no escuchamos nada del diálogo, constatación de que la expresión de la joven hace que sobren las palabras y de que, para el narrador, ella no tiene nada interesante que decir, o el momento en el que Alex se deja aconsejar por Macy (Lauren McKinney), una joven de inquietudes más afines a las suyas, momento en el que Alex monta en su tabla de skate y sujeta la parte de atrás de la bicicleta de Macy, simbolizando así la rebeldía del protagonista siendo reconducida por la sensatez de su amiga.

'Paranoid Park' - Gus Van Sant - 2007 [ficha técnica]

3 comentarios:

  1. Gracias por tu blog, que acabo de descubrir.
    Creo que la opción de mostrar la personalidad y andares erráticos del protagonista de una manera errática no hace sino seguir el adagio godardiano: hacer filmes políticos "políticamente". Es decir, la superación forma-contenido, etc.
    Aquí: Van Sant mostrando a un personaje errático "erráticamente", por así decirse.

    Un saludo de otro cinéfilo: puedes ver muchos comentarios de películas (textos de los últimos nueve años) en mi página:
    www.elcineenquevivimos.es

    Un saludo cordial,
    L. Serrano

    ResponderEliminar
  2. Luis, el problema es que a veces esta manera de hacer cine políticamente genera baches narrativos no siempre compensados con otras virtudes.

    Muy buena también tu página, he leído algunos artículos pero no he encontrado dónde dejar comentarios, ¿se puede?. Muy acertada tu comparación entre Déjame entrar y Paranoid Park, yo no me había fijado.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. adagio godardiano... ya te vale, majete.

    ResponderEliminar