martes, 19 de enero de 2010

La cinta blanca

No es la primera vez que Michael Haneke interroga sobre el enigma de cómo pudo Alemania, país enmarcado dentro de la cuna cultural del pensamiento occidental moderno, concebir uno de los movimientos más abominables del siglo XX. Muchos supieron ver esta misma idea en La pianista, una de las películas más enigmáticas del director austriaco, cuya protagonista era una profesora de piano alemana que ocultaba una vida abyecta bajo la máscara de una personalidad con una asombrosa educación cultural y un refinado gusto para el arte. En La cinta blanca Haneke retoma esta idea dándose a sí mismo la ventaja de situar la acción en un escenario contemporáneo a la raíz misma del problema, ventaja que al final deviene un acierto en todos los sentidos, siendo para el director más fácil desarrollar sus ideas mediante una exposición mucho más directa de aquellas, al tiempo que ofrece a los espectadores una película extremadamente compleja en cuanto a su discurso pero también deliciosa en cuanto a su estética. Las imágenes que Haneke elige para ilustrar la sociedad alemana en la víspera de la Primera Guerra Mundial están concebidas y ejecutadas en un blanco y negro de calculado tenebrismo, donde los claroscuros causados por el vestuario de los personajes y, sobre todo, el exquisito trabajo de iluminación de Christian Berger, influenciado por el cine de Carl T. Dreyer, están siempre en consonancia con lo narrado.

La cinta blanca guarda, sin embargo, un discurso mucho más abierto, ante el que no podemos atribuir sólo la crítica a una ideología concreta, su tesis es aplicable a cualquier extremismo ideológico del mundo contemporáneo o pretérito, y lo hace describiéndolo como consecuencia de un modelo social totalitario, edificado sobre una jerarquía de clases caciquista y un represivo fanatismo religioso. Ante semejante estado de las cosas, la sociedad de los habitantes del film está edificada sobre una interpretación completamente errónea de los valores humanos, lo cual termina teniendo consecuencias nefastas en la manera en la que esto se vuelve contra los más débiles o, simplemente, en la forma en la que los adultos les inculcan estos valores a sus sucesores. Así, nos encontramos con que este desorden moral se manifiesta contra los más pequeños de todas las maneras posibles: abusos sexuales, torturas físicas, humillaciones, privación del movimiento (ese niño que duerme atado a la cama para evitar que se masturbe)... No se tolera tampoco la rebelión (el joven que ve injusto que su madre haya muerto debido a sus pésimas condiciones de trabajo), ni desde el poder ni desde el propio bando (el rebelde es ignorado por su propio padre, marido de la mujer fallecida), al tiempo que nadie ve el problema ni busca soluciones, hasta el punto de que la labor de educar está menospreciada, como apunta el hecho de que haya quien sugiera al maestro del pueblo (Christian Friedel) que debería haber elegido la profesión de sastre, como su padre (no en vano, es el maestro el narrador de un relato del que no conoce la mayoría de los detalles).

Con todo, algo insólito en La cinta blanca es el hecho de que es la primera vez en el cine de Haneke en la que el director regala al espectador algunas amables concesiones a las que poder agarrarse entre tanta fatalidad, concesiones que, por otro lado y como no podía ser de otra manera, terminan complementando o acentuando la cara amarga del relato: véanse momentos como aquel en el que Eva (Leonie Benesch) explica a su hermano pequeño lo que es la muerte, secuencia de especial ternura que finaliza bruscamente en el momento en el que el pequeño arroja con odio su plato al suelo, al no admitir que la madre de ambos esté muerta; los encuentros entre el maestro y Erna (Janina Fautz), encuentros que componen una subtrama que representará uno de los muchos fracasos del narrador dentro de la historia, o las dulces secuencias en las que el menor de los hijos del pastor (Burghart Klaußner) se presenta inocentemente ante éste para rogarle que le permita curar a un pájaro que ha encontrado en la calle, momentos fundamentales para definir esa inocencia que el pastor quiere hacer perenne en sus hijos, para lo cual les coloca la cinta blanca del título, y que será la semilla de las fatales reacciones de éstos cuando entren en la adolescencia, como sugiere el hecho de que el ave termine siendo enjaulada por el pastor una vez que su hija mayor se ensañe con crueldad con la que ocupaba anteriormente la jaula. Es la figura del pastor (la Iglesia) uno de los elementos clave en la génesis de los brutales acontecimientos que tienen lugar en la ficción de La cinta blanca, pero también uno de los poderes que, una vez cometida la falta (habiendo fracasado su régimen totalitario), será parte y juez a la hora de ocultar la verdad, amenazando a quien trate de señalar a los sospechosos (por otro lado, es de agradecer que Haneke no resuelva la película con un pasaje detectivesco y que el enigma quede en suspense). Con esto tenemos que La cinta blanca sugiere que la Iglesia asociada al poder es un vehículo para cegar al pueblo, mientras que la cultura (y esto es algo que no dejaba claro La pianista ni ningún título anterior de Haneke) es una fuente de luz para el ser humano. De ahí que el momento en el que el maestro intenta consolar a Erna tocando una sonata de Bach (la misma, por cierto, que Lars Von Trier escogió para los créditos de Rompiendo las olas, otro título clave para entender la influencia de Dreyer en el cine contemporáneo) nos muestra una estancia oscura con un único punto de luz cercano a los dos personajes deleitándose con la música, mientras que el plano final, con todos los personajes dispuestos en un enorme salón donde va a oficiarse una misa, concluye con un fundido en negro y con la película terminando en silencio.

'Das weisse Band - Eine deutsche Kindergeschichte ' - Michael Haneke - 2009 [ficha técnica]

2 comentarios:

  1. por fin una pelicula redonda de haneke despues de la infravalorada ''codigo desconocido'', solo discrepo contigo en una cosa, yo creo que esteticamente es muy ''dreyer'' pero para mi es mas bergman.
    tambien estoy totalmente deacuerdo con el discurso de haneke sobre la sociedad, es bastante acertado centrarse en el germen que causo el nazismo y no en este en si mismo.

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  2. La fotografía me recordó a Dies Irae y la puesta en escena a Gertrud o, más bien, me recordó a la imagen que tengo de ellas, a lo mejor si vuelvo a verlas descubro que no tienen nada que ver. En cualquier caso muchas películas de Bergman también me recuerdan a Dreyer.

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