jueves, 3 de diciembre de 2009

Celda 211

Hace casi diez años, cuando Daniel Monzón decidió compaginar sus labores de crítico cinematográfico con su recién estrenada carrera como director, sorprendió que su primer film, el muy comercial El corazón del guerrero, no se situara del lado del cine por aquel entonces considerado "de calidad" en España, al menos, así considerado por las publicaciones especializadas de mayor tirada en nuestro país (como la mensual Fotogramas, en cuyas páginas Monzón ofrecía unas críticas no demasiado disonantes de la opinión general), nos referimos a los amables dramas con vocación realista realizados por otros debutantes como Fernando León de Aranoa o Benito Zambrano, o al cine de francotiradores como José Luis Guerín o el desaparecido Joaquim Jordà, cineastas estos últimos cuyas películas eran aplaudidas sistemáticamente por Monzón y compañía (aunque muchos de estos críticos no parecían tener claro dónde estaba el mérito de aquellas rarezas). Con el tiempo, el cineasta demostró que el haberse decantado por el cine comercial en su debut no fue, ni mucho menos, una imposición. En sus siguientes trabajos, la excéntrica El robo más grande jamás contado y la irregular La caja Kovak, ambas igualmente escritas por él mismo, Monzón fue progresando en el cine de género, en una ascensión de la que su última película es, de momento, una cumbre. Celda 211 es, con diferencia, el mejor trabajo de su director y, tal vez, la mejor película de género realizada en este país desde que Alex de la Iglesia firmara su brillante El día de la bestia. Al igual que aquella, la película de Monzón hace justicia al género al que se adscribe, desarrollando un ameno tempo narrativo, pero en el camino no renuncia a la idiosincrasia que se le supone, esto es, el imaginario costumbrista patrio, con el aliciente de que Celda 211 aprovecha una herencia cultural para llevarla a un terreno que, habitualmente, no suele frecuentar: los presos que vemos amotinarse en Celda 211 no difieren demasiado de los que pudieran aparecer en un film de Berlanga o Saura, y sin embargo resultan perfectos para el entretenido relato ideado por Monzón.

No faltan, no obstante, aspectos un punto mejorables (véanse los innecesarios flash-forwards con los funcionarios de la prisión siendo interrogados sobre lo ocurrido, o algunos tópicos como el personaje encarnado por Antonio Resines, archisabido funcionario de prisiones que deviene más malvado que los propios presos), si bien el resultado final es más que notable, por una serie de virtudes entre las que destacan a) el correcto dibujo de cada uno de los freaks que reivindican sus derechos amotinándose en la prisión, algo a lo que ayudan unas excelentes interpretaciones como las de Luis Tosar o Vicente Romero, pero (seguramente) también la manera en la que la montadora Mapa Pastor recorta sus posibles histrionismos; b) las increíbles ideas de planificación y puesta en escena que Monzón es capaz de poner en práctica a estas alturas y que es fundamental en el vertiginoso tramo final del film (cf. cuando el protagonista dialoga con un negociador mientras que el personaje de Luis Tosar aparece desenfocado, para dar a entender que ha sido desbancado del poder; esa camilla que atraviesa fugaz el plano para indicarnos que, finalmente, los rehenes no han sido ajusticiados, o el juego de miradas finales entre el cabecilla y el traidor, una especie de guiño al "pobre Gaspard" del final de La evasión, tal vez la mayor obra maestra cinematográfica de cuantas hayan tenido una prisión como escenario), y c) el salto mortal que supone para el relato la inclusión de los presos etarras, un aspecto cuyas posibilidades son de largo aprovechadas por Celda 211, trascendiendo así el mero divertimento para convertirse en un discurso social de gran calado que situa su punto de vista en un lugar políticamente muy incorrecto y, por extensión, poco o nada frecuentado por el cine español: del lado del ciudadano de clase baja que ve al terrorista como un mercenario cobarde amparado por el estado y los medios de comunicación.

'Celda 211' - Daniel Monzón - 2009 [ficha técnica]

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