martes, 17 de marzo de 2009

Gran Torino

Pese a que Clint Eastwood no ha anunciado aún su retirada (tiene previsto estrenar a finales de este año un film sobre Nelson Mandela), Gran Torino es, junto a El último show y Antes de que el diablo sepa que has muerto, lo más parecido a un testamento cinematográfico que ha dado el cine americano en muchos años. Así como Walt Kowalski, el personaje que el propio Eastwood interpreta, se arregla el pelo, se afeita y encarga un traje para su propio funeral, el cineasta californiano parece querer lavar su propia imagen para la posteridad, como si pidiera otra oportunidad para los incorrectos personajes que tan mala fama le dieron en sus inicios (algo que tal vez ya no es necesario: al igual que antes se tildaba de fascista y reaccionario a todo lo que Eastwood realizaba por su cuenta o interpretaba para terceros, ahora está muy de moda buscar lecturas más amables en personajes como Harry "el sucio" o el Sargento "de hierro"). Como alguno de aquellos personajes, Kowalski empieza siendo un abanderado de la América blanca, patriótica y conservadora, para ir poco a poco justificándose como el más cuerdo de cuantos le rodean. No sólo por este hecho la película se entiende (y se disfruta) mejor como punto y final de la carrera de su autor: el protagonista vive también marcado por la ausencia de un ser querido a cuya memoria dedicará los últimos días de su vida, al igual que hiciera Christine Collins en El intercambio, Frankie Dunn en Million Dollar Baby, Jimmy Markum en Mystic River, William Munny en Sin perdón o Josey Wales en El fuera de la ley, por citar sólo a unos cuantos. Todo ello invita a pensar que hay en el automóvil que da título al film una metáfora del propio cine del director, como si Eastwood quisiera advertirnos (con el hecho de que Kowalski termine despreciando a sus familiares y dejando sus pertenencias a sus vecinos asiáticos) de que hay que buscar el relevo a los que, como él, abanderan el cine clásico en los jóvenes extranjeros y no en las nuevas generaciones de directores americanos.

Es necesario justificar de esta manera el visionado de Gran Torino, es decir, en cuanto film de su autor viéndolo como complemento (o epílogo) a toda una filmografía sobresaliente, ya que, por otro lado, se trata de un trabajo de escaso interés si se aborda como obra individual. A caballo entre el relato social y la comedia ligera, Gran Torino no funciona dentro de ningún genero, siendo muy desafortunados los esfuerzos del Eastwood director por retratar los bajos fondos de la inmigración y del Eastwood actor por resultar gracioso como cascarrabias gruñón. Puede que por primera vez en toda su carrera, Eastwood ha rodado una película menos preocupado por darle el acabado profesional de un artesano que por ponerle la firma de un autor (y lo de "firma" no es sólo una forma de hablar: oígase la rasgada voz del realizador cantando el tema principal de la película cuando arrancan los títulos de crédito).

'Gran Torino' - Clint Eastwood - 2008 [ficha técnica]

1 comentario:

  1. Buena crítica Manolo, muy bien llevada (últimamente me encanta esto del “muy bien llevado” es aplicable en cualquier ámbito). Clint es más fiable que la marca blanca del mercadona, uno sabe que sus 7 euritos están invertidos de una manera bastante razonable cuando va al cine al ver una suya.
    Mi parienta también comenta el bajón técnico respecto a El Intercambio, que por lo que se ve es perfecta (¡), pero por todas las implicaciones que tiene ésta como epílogo al personaje que Clint viene interpretando toda su vida, a mí esta me gusta más.
    De todas formas debo decir que me descolocó bastante la carcajada y jolgorio general del público (se impone un retorno a los cines de los cubos, me temo) en la primera hora de peli, aunque yo tb me reí. Pero hasta en esa parte me pareció buena.
    La conclusión que saco es que, uno para ser bueno en su trabajo, tiene que llegar a eso de los 60 años o así, y antes mucha mierda claro…

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