sábado, 10 de marzo de 2007

Inland Empire

En las pocas noticias que en un principio se tenían acerca de Inland empire destacaba su carácter de puzzle de ideas inconexas e incongruentes. Asombrado por el hecho de que, ante semejante carta de presentación, un sólo espectador (incluyéndome a mí mismo) tenga interés por ver la nueva de David Lynch, tengo que aclarar que esto no es cierto (¿acaso algún film, por dadaísta o radical que sea, se corresponde con esta descripción?). Inland Empire, viene a resumirse como la recreación de diferentes líneas narrativas relativamente acotadas, a saber, la historia de adulterio entre los actores Nikki (Laura Dern) y Devon (Justin Theroux); la película "On high in blue tomorrows", cuyos personajes principales (respectivamente Sue y Billy) son interpretados por aquellos; el cuento popular polaco en el que ésta se basa, y, posíblemente, otra producción titulada "47", que intentó adaptar ese mismo cuento pero que nunca se finalizó por misteriosas razones. A ellas se suman otros fragmentos que puede que sí sean un proyecto de reciclaje de secuencias de archivo de la factoría Lynch, tales como una reunión de jovencitas cándidas y atractivas; una surrealista sitcom protagonizada por conejos humanoides, o los planos de una joven (¿prostituta?) que llora viendo esta hilarante comedia por televisión, así como otros fragmentos de las demás historias. La idea de desconexión procede del esfuerzo por parte del excéntrico video-artista en mostrárnoslo todo después de un proceso de desordenación de espacios, tiempos y planos narrativos, para practicar el juego de la ficción dentro de la ficción, algo que no es nuevo ni transgresor (podría echar mano de un ejemplo tan accesible como La historia interminable), si bien en Inland empire el sueño por pertenecer a una ficción que otros espectadores están presenciando se convierte en una pesadilla desde el punto de vista de Nikki, cuya obsesión por la historia que interpreta deviene otro de los oníricos ejercicios cinematográficos a los que Lynch nos tiene acostumbrados.

El hecho de que los encargados de preparar el terreno para Inland empire la vendieran como algo sin sentido, aparte de que visualizar sin pestañear sus 180 minutos constituya todo un acto de fé, me hace pensar que David Lynch es uno de los pocos creadores en este mundo a los que se les permite, no realizar (eso es lo fácil) cualquier proyecto, sino distribuírlo por canales estables. Títulos como No quarto da Vanda, Tropical Malady, El sabor de la sandía o Ten, por poner algunos ejemplos de los ejercicios en los que verdaderamente radica el cine moderno a nivel mundial, tardan años en llegar a nuestras pantallas, cuando no quedan en el olvido tras un mísero pase de alguna filmoteca ante un puñado de espectadores despistados, eso es lo triste. A mi juicio, el cine de Lynch no está a la altura del de Abbas Kiarostami, Apichatpong Weerasethakul o Tsai Ming-liang, ni su estilo justifica en forma alguna el visionado de sus películas. Aclaro que no es mal director quien dirige una deconstrucción como ABC África o Los idiotas, cuyos artífices recurren a un amaneramiento primitivo e ingenuo para liberar al cine de sus ataduras técnicas, sino quien, como Lynch, busca pretenciosamente un estilo personal confuso, a base de insertar recursos al alcance de cualquier creador novato, tales como extrañas angulaciones, desenfoques buscados o raros video-montajes. El cine es en realidad interesante cuando trasciende el mero entretenimiento o el arte de la vacuidad y se convierte en un lenguaje. A pesar de Lynch, me gustó (y mucho) Mulholland Drive por dar (a quien lo quisiera entender así) una descripción aterradora del universo de Hollywood, siendo un ejercicio lingüístico sobresaliente y definitivo. En algunos instantes de Inland empire parece llegarse a semejantes niveles, incluso desarrollando la misma idea. Pero en tres horas de metraje, David Lynch también tiene tiempo de aburrirnos con su estilo o de confundirnos con sus incongruencias.

'Inland Empire' - David Lynch - 2006 [ficha técnica]

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