
Pese a estas limitaciones, Pagafantas es una comedia que termina por no desagradar, en parte por la correcta labor de su debutante elenco (curiosamente, son los actores más veteranos, como Kiti Manver u Óscar Ladoire, los que parecen más desubicados), pero también porque, si bien su guión se repite en el uso de algunos clichés como los que hemos comentado, su director tampoco se toma más libertades de las necesarias en su primer largometraje (la cinta apenas llega a los noventa minutos), y porque nos sorprende con muy buenas ideas de montaje y puesta en escena, que van apareciendo de una forma mejor dosificada, casi siempre a partir de la parodia de otros géneros más "serios": véanse los pequeños fragmentos de documental para explicar divertidos símiles como "cobra", "koala" o "lémur"; los rarísimos montajes que parecen un sarcástico guiño a algunos thrillers psicológicos, para ilustrar los momentos que Chema no recuerda por haberse emborrachado junto a Claudia, o algún que otro descubrimiento por parte de Chema (como que Claudia es fan de Enrique Bunbury) que se nos muestra como si se tratara de un film de terror. Y es que tras la comedia ligera de Cobeaga se oculta un relato, en el fondo, muy cruel: hay en la historia de Chema algo de los protagonistas de films magistrales como Ese oscuro objeto del deseo (de un Buñuel al que hubiera fascinado la idea de que Chema descubra a Claudia, literalmente, en un contenedor de basura) o Match point, hombres que ponen en crisis un estatus social traicionados por sus más bajos instintos sexuales (aunque Chema confiese estar enamorado de Claudia, está claro que lo único que quiere es acostarse con ella).
'Pagafantas' - Borja Cobeaga - 2009 [ficha técnica]
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