
Recientemente muchos nos habíamos lamentado de los despropósitos cometidos por Scorsese en sus últimos trabajos, en
Gangs of New York y, sobre todo, en su aséptica
El aviador. Allí no había rastro alguno de la personalidad de su autor, ese era el problema o, al menos, eso pensaba yo hasta que he visto
The departed. Lo que ocurría en aquellos films era que no había rastro de casi cualquier cosa interesante, de hecho me parece mucho más estimulante su último trabajo si no se mira como un ejercicio autoral sino como una película puramente de género. Lo que notamos en su prólogo no es el estilo característico del director sino el nervio que su habitual montadora, Thelma Schoonmaker, desarrolló pará sus historias de la mafia. Conviven con ella, más que las marcas propias de Scorsese, otras innumerables influencias del cine de policias reciente, desde la persecución Pacino/De Niro en la ficción de
Heat hasta los momentos más inspirados de
Jackie Brown, donde las escenas de violencia con armas de fuego se resolvían magistralmente en cuestión de segundos, antes de que Tarantino convirtiera su peculiar
Kill Bill en una fábrica de fuegos artificiales. La faceta tarantiniana, patente en una de las escenas finales del film donde hasta cuatro personajes se apuntan entre sí con un arma (y que será clave por la súbita forma con la que muestra cómo el destino siega de manera trágica la vida de los personajes) no se debe tanto a lo que "inventó" Tarantino sino a lo que antes habían hecho sus directores orientales favoritos, entre los cuales seguramente estén los responsables de
Infernal affairs, film realizado en Hong Kong del cual
The departed es, a su vez, un remake. Por lo tanto, Scorsese parece haberse vuelto a mostrar un tanto diferente a como lo conocíamos, pero logrando por fin otro de sus títulos con mayúsculas.
La distribución en nuestro país ha querido que el título del film sea "Infiltrados", una traducción demasiado libre para lo que vendría a significar "El fallecido" o "Los fallecidos". Sin duda, a sus distribuidores les pareció más acertado el otro título para dejar claro la idea general del film: Colin Sullivan (Matt Damon) durante su infancia es elegido como pupilo por Frank Costello (Jack Nicholson), un temible capo irlandés que impone su ley en un barrio marginal de Boston, mientras que Billy Costigan (Leonardo DiCaprio) vive unos tiempos bastante menos felices tratando de evitar la vida criminal de alguno de sus familiares, también irlandeses. Ambos se convertirán en oficiales de policia pero tendrán distinta suerte: el primero de ellos será empujado por un currículum brillante hasta un alto cargo como detective, desde donde no dudará en proporcionar información privilegiada a su mentor, mientras que Costigan, cuyo pasado familiar genera sospechas, será puesto a prueba por sus superiores, Queenan y Dignum (respectivamente, Martin Sheen y Mark Walhberg), obligándole a fingir que es expulsado del cuerpo por corrupción e ingresar en las filas de Costello para reunir pruebas y lograr acabar con su actividad. He aquí los dos infiltrados del título en castellano: Sullivan, un policía corrupto haciendo imposibles los planes de sus superiores e incluso arriesgando la integridad de su equipo, y Costigan, un violento matón que en el fondo es un poli bueno a la caza de un mafioso. Sin duda, el personaje que interpreta con talento Leonardo DiCaprio es uno de los perdedores más desamparados que ha dado el cine policiaco en los últimos años: juzgado por su pasado, sus superiores le roban la identidad (no existencial, sino social) y es destinado a un puesto altamente peligroso, siempre al borde de la muerte, donde será nuevamente juzgado por su (falsa) condición de ex-policia. No tuvo familia y tampoco tendrá amigos por estar continuamente odiado por todos, salvo una persona que muestra algo de afecto por él, Madolyn (Vera Farmiga), una psiquiatra que en realidad está sentimentalmente unida a su peor enemigo y que archivará con premeditada indiferencia el sobre que Costigan le entrega a modo de última voluntad (ya en su primer encuentro vimos como Costigan le acusa de querer solucionar su vida dándole unas pastillas y "archivando" sus problemas). Siendo
The departed un relato a varias voces, es sin duda Costigan el personaje de mayor importancia, a pesar de que la narración comienza con las andanzas del joven Sullivan junto a su despiadado tutor. La razón tal vez sea el tono desolador que su presencia impregna en la película, centrando toda la empatía del expectador en su heroicidad, dentro de una historia carente de héroes.
Lo más interesante del film está en el inacabable juego de simetrías que se establece entre Costigan y Sullivan: cada gesto de uno de ellos (cf. el uso de los móviles) se repite en el otro, sirviendo en un caso para escalar otro peldaño del éxito y en el otro para descender aún más a los infiernos, llegándose incluso a confundir las intenciones de ambos con paradójica ambigüedad: en las escenas finales, uno informará a la policia del paradero de Costello para después prevenir a éste de que pueden haberlos seguido, mientras que el otro lo protegerá de sus propios hombres, pero terminará encabezando una violenta operación donde se verá obligado a vaciar su cargador contra quien haga falta. Irremediablemente, una vez perdida la identidad, Costigan luchará porque le sea devuelta, aturdido tras haber dudado él mismo de si está del lado de los policias que le dan órdenes o del criminal para el que finge trabajar, mientras que Sullivan, ebrio de fama y poder, preferirá seguir siendo quien dicte las ordenes, sea a quien sea, y disparará a bocajarro contra quien quiera que conozca su auténtica naturaleza y ponga en peligro su status. En medio de ambos siempre está Madolyn, quien queda embarazada presumiblemente de Sullivan, si bien se acuesta con los dos, aunque Scorsese sólo filmará una escena de cama (bastante mejorable, ésta sí) con el más desgraciado de ellos. Asímismo, al lado y en contra de cada uno se sitúan Costello y Mr. French (Ray Winstone), por un lado, y Queenab y Dignum por otro. Este último puede considerarse el personaje más generoso con el espectador: al margen de su importante papel al final, lo conocemos como alguien que insulta a todos porque todos son odiables, excepto Queenam, del que queda huerfano tras su desaparación, por ser un hombre tan valiente y ejemplar que hasta sus propios ejecutores lo reconocerían. A medida que estas similitudes van cerrándose, se muestra más claro el mensaje del film: el peso de los antepasados, aún fallecidos, puede serlo todo en las vidas de muchos, bien condenándolos desde el nacimiento o bien regalándoles el poder, sin importar para nada lo que esos individuos hagan en vida. En el film de Scorsese, tendrá que ser Dignum quien reaparezca al final de forma tan previsible como misteriosa para poner un complaciente y fugaz broche de venganza a esta historia acerca de un mundo (el nuestro) corrompido por las ratas.
'The Departed' - Martin Scorsese - 2006 [
ficha técnica]