
En los primeros minutos, asistimos al momento en el que el capitán aplasta brutalmente la cara de un joven con una botella, para después disparar dos veces a bocajarro al corazón de su padre, un cazador inocente acusado de ser un guerrillero contrario al regimen. La veracidad frontal con la que es filmada esta escena (inevitable recordar la secuencia del extintor en Irreversible) contrasta con las primeras imágenes en las que se presenta a la protagonista del film, donde la pequeña Ofelia encuentra un mágico insecto en medio de un bosque digno de cuento de hadas. A partir de aquí, veremos que existe una división narrativa del film entre el mundo real, contado desde un punto de vista omnisciente, donde se está produciendo un violento enfrentamiento entre franquistas y maquis, y el punto de vista de la niña, un mundo mágico donde tendrá que superar una serie de pruebas a petición de un horrible animal de comportamiento humano, llamado Fauno. La integración entre universo real y fantástico tendrá momentos ejemplares, como aquel en el que Ofelia huye de un horrible monstruo sin ojos que asesina niños y, al volver al refugio de su habitación, el ruido que origina el monstruo en la persecución se convierte en el del viento que hace crujir la casa. La única pega es la voluntad del director por dejar claro que el universo del fauno vive sólo en la imaginación de la niña: ésta se nos presenta hablando sola en el único momento en el que está con el fauno y es observada por un adulto. Hubiera sido más interesante que el observador sí viera al fauno, dejando al espectador la decisión de si el monstruo existe realmente o es fruto de las drogas que le han sido aplicadas (un recurso que ya fue empleado en El día de la bestia, otro hito del cine fantástico español).
El plano narrativo fantástico, imaginado (o no) por la niña, por terrorífico, oscuro y desconocido que se llegue a presentar, nunca será más atroz que la realidad. Al menos eso es lo que nos dice Guillermo del Toro. Una escena en la segunda mitad del film tendrá especial importancia en este sentido: después de haber desaparecido para siempre, el fauno vuelve por sorpresa, y la niña corre a sus brazos. La imagen de la niña abrazada a tan espantoso ser, connotaría extraños significados si se sacase del contexto del film, sin embargo, dentro del mismo funciona sin ninguna ambigüedad, la reacción de la pequeña es todo lo lógica que espera el espectador, que ha asumido que ese mundo de monstruos es una perfecta vía de escape para la dramática realidad de Ofelia. Tal es la fuerza con la que Guillermo del Toro nos ha expuesto las cosas.
'El laberinto del fauno' - Guillermo del Toro - 2006 [ficha técnica]
Me pregunto qué puede tener esta película para granjearse las simpatías de todo el mundo. Supongo que la receta de toda película española (o ambientada en España) de éxito en taquilla. Fascistas malísimos capaces de las peores atrocidades y santos republicanos víctimas incomprendidas.
ResponderEliminarSergi López resulta patético, como en todas sus películas. La niña apunta maneras para seguir los pasos de los grandes como Liberto Rabal, Oscar Ladoire o Jorge Sanz (el tiempo los va poniendo en su sitio). Maribel Verdú, lo único salvable.
La escena de los cazadores es de una violencia gratuíta increible. ¿Qué nos quiere contar, lo malos que eran los fascistas? Eso ya lo sabemos todos los que hemos aprendido historia fuera de los cines y dentro de él, ya se ocupa Trueba de recordarnoslo en cada película suya.
Lo que me parece más patético es que estas películas maniqueístas son las que se hacían en los años 40, 50, 60 y 70 en Estados Unidos. Sustituye fascistas por comunistas/japoneses y tendrás lo mismo.
A ver si sale pronto en España un Stone, Eastwood, Clooney, etc y se empiezan a contar historias que no tengan que ver con la Guerra Civil o por lo menos con otro enfoque.
No sé qué tendrá. A lo mejor es porque descubre que todavía se pueden extraer elementos nuevos de un contexto tan archisabido en nuestro cine como es la guerra civil y el franquismo. Y a lo mejor se debe a que el director es mejicano y no español.
ResponderEliminarTe recuerdo que hay películas como Silencio roto que nos dicen que los maquis eran también unos cabroncetes y eran más infumables que El laberinto del Fauno. No se puede reducir un análisis valorativo al hecho de que "cuenta otra vez lo mismo", porque entonces te estarías cargando también las últimas películas de Eastwood (compara Banderas de nuestros padres con Los mejores años de nuestra vida rodada hace unos 60 años y con intenciones casi idénticas), y las de Oliver Stone ni te cuento, precisamente uno de los que más repiten el enfoque a la hora de poner en escena sus revisionismos.
Por cierto, ¿cuándo ha hecho Trueba una película con monstruos mitológicos?